La Coral de Colmenar Viejo canta a María en el mes de las flores

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Coral Colmenar Viejo

 Nuevo Imparcial.- La Coral de Colmenar Viejo, bajo la dirección de Mª Paz Alonso-Vega, ofrece dos conciertos dedicados a María muy celebrados y aplaudidos. El día 24 de mayo, mes mariano por excelencia, participó en el XXVII Ciclo de Conciertos Corales organizado por la Federación Coral de Madrid en la Parroquia del Santo Cristo del Olivar de Madrid, con un concierto a capela de temas sacros como “Assumpta est Maria” y profanos como “Si la nieve resbala” y el estreno de la marcha nupcial “Bruremrsj”. Cabe destacar, a modo de cierre, la interpretación de “Signore delle cime” compartida con la coral Albar de Cercedilla. El día 29, la Coral felicitó a la Virgen por el centenario del descubrimiento de su bella imagen. Si han sido las flores del camino de Remedios las que  han servido de alfombra a la Imagen Chiquita para celebrar el centenario de su hallazgo, ha sido la música de la Coral la que ha contado su vida. Igual que el olor profundo del romero se sentía en cada paso de la caminata, el aroma del gregoriano, con el “Ave Maris Stella”, se impregnaba en los rincones de la Basílica. El sabor medieval se acentuaba cuando Mª Paz Alonso-Vega dirigía las cantigas “Santa Maria Strela do dia” y “Rosa das Rosas” del rey Sabio, como en el sentimiento de la peregrinación hasta la ermita. La devoción mariana tuvo su momento cumbre cuando “Los tres amores” de siete voces femeninas se alzaban al cielo cual arte gótico. El pueblo saluda a la Virgen llevada en andas por los devotos y el coro hace lo mismo con el “Ave María” de Rheinberger y el “Ave María Guaraní”, de Morricone.  Acompañaba el canto grácil del jilguero -¿qué anunciaba?- y resaltaba el silencio de los caminantes; no menos expectación mostraron los asistentes al concierto para celebrar la Noche Santa en “No la debemos dormir”, del Cancionero de Upsala. Un alto en el camino, la fuente. La Virgen, fons amoris, se detiene ante el manantial de vida, su Hijo, en el “Stabat Mater”. Como agua de mayo, todos esperan la Salve a la Madre; quienes la acompañan en su regreso, la entonan ya en su casa de Remedios. En la iglesia, que en otro tiempo fue de Santa María, resuenan las voces de tenores y bajos en la emocionante “Salve Marinera”. Final de la peregrinación. Llegada a la ermita. Descanso y tranquilidad. Sosegados nos quedamos, cantantes y oyentes, al entonar el “Virgen Bendita”.

L.P.