Coral de Colmenar Viejo canta a su patrona la Virgen de Remedios

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Coral de Colmenar Viejo

Coral Colmenar Viejo canta a su patrona Virgen de Remedios

Mientras la Virgen vela desde su ermita en Remedios, la Coral le canta la novena. Los nueve días que preceden las fiestas han tenido como nexo una salve o avemaría relacionada con la hermandad que preparaba la celebración. Tanto “Rosa das rosas” como “Virgen Bendita”, “Batido por las olas” o “Stabat Mater” emocionaron al pueblo de Colmenar. “Madre de amor y consuelo”, cantada solo por voces femeninas y homenajeando al primigenio coro de señoritas, resultó, en palabras del público, apianada y dulce. Las voces masculinas tuvieron su momento de gloria con la “Salve Marinera”, canción muy querida, en especial por la Hermandad del Carmen, que acabó conteniendo la respiración de los asistentes.

Después de dormir en la capilla de la Feria, el sábado, bien tempranito, en una procesión entrañable llega la Virgen “Chiquita” a la Basílica, donde la Coral la felicita con la misa de Haydn. El saludo es solemne, pues tenores y bajos, en gregoriano, cantan “Ave Maris Stella”.

El domingo de Remedios, día Mayor, la Camerata de Madrid acompañó a la Coral, y al compás, dirigidas por la directora Mª Paz Alonso-Vega –como en todos los actos-, ofrecieron una actuación brillante para celebrar el centenario de la imagen queridísima. La misa comenzó con la “Marcha del Príncipe de Dinamarca”, de Clarke. Las modulaciones de la “Misa Paschalis” y la “Salve Sancta Parens”, en latín, y la delicadeza del ”Cantique de Jean Racine” de Fauré, en francés, completaron la eucaristía. El día acabó con el estreno de “A ti, Inmaculada”de Pagán y la fuerza de la “Salve zarzuelera”.

Si las liturgias de los días anteriores fueron emocionantes, la misa de difuntos, celebrada el lunes, fue emocionada. Las voces llegaron tranquilas, sosegadas, en paz… El canto inicial, “Laudemus Virginem” del Llibre Vermell dio paso a la “Missa Te Deum laudamus” de Perosi, a quien pertenece el “Ave María” del ofertorio. La comunión se acompañó con “Beata es, Virgo María” de Elberdin.

La noche del sábado de la función esconde cada año la parte musical más importante: la Salve, que por algo es “solemnísima”. Músicos, coreutas y directora afinan y concentran sus esfuerzos para emocionar a la Virgen y a sus fieles. El “Introito” de Monteverdi, a modo de puerta principal, se proyectaba hasta el retablo donde preside el “Alma Dei Creatoris”. Las “Avemarías” de Goicoechea y Rossini, que resonaban en la Basílica, confluían en la nave central, donde las pétreas columnas custodiaban todas y cada una de las notas del “Magnificat” de Durante-Pergolesi, que llegaron hasta el Altar, en el que, sedente, la Madre con el Niño en sus brazos escuchaba atenta las plegarias de la “Salve“ de Eslava.

Que la música acompañe a la Virgen de los Remedios otros cien años.

L.P.