Zuloaga y Falla, historia de una amistad en Cibeles CentroCentro

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  • La muestra se podrá ver en CentroCentro Cibeles, del 25 de septiembre al 31 de enero de 2016, con acceso gratuito

Nuevo Imparcial.- El próximo 25 de septiembre se abre al público en CentroCentro Cibeles la exposición ‘Ignacio Zuloaga y Manuel de Falla: historia de una amistad’, que explora por primera vez en profundidad la relación personal y los proyectos profesionales que ambos artistas desarrollaron en común, así como la influencia que ejercieron entre sí y en su entorno.

A través de la documentación epistolar, fotográfica, periodística, obra plástica de Zuloaga y musical de Falla, la muestra realiza un recorrido cronológico (1913-1939) por el trabajo conjunto de estos dos excepcionales creadores, contextualizado en su época histórica, un período extraordinario de la modernidad artística. Se exponen más de un centenar de piezas, entre las que destacan una treintena de obras de Ignacio Zuloaga -Lolita, Las tres primas, Desnudo del clavel, Retrato de Ortega y Gasset, Vista de Toledo, El Cardenal, o el Retrato de Manuel de Falla, entre otras- junto a obras de Pablo Picasso, Manuel Ángeles Ortiz, Hermenegildo Lanz y Eugenio Lucas Velázquez. Se podrá ver, con acceso gratuito, en la 5ª planta del centro hasta el 31 de enero de 2016.

Historia de una amistad

Las investigaciones indican que posiblemente Falla y Zuloaga se conocieron en París en 1910, pero hasta 1913 no hay prueba documental de su relación. En esta fecha arranca el recorrido de la exposición, con la carta en la que el compositor solicita una pequeña ayuda y consejos a su amigo pintor para la puesta en escena de La vida breve. Tras este primer contacto, ambos mantienen una relación epistolar, en la que, como explica el comisario de la exposición,  «se traslucen los éxitos, los fracasos, las inquietudes sociales y políticas, las ilusiones, los problemas familiares y, sobre todo, la forma de ver la cultura española y el arte de estos dos magníficos creadores».

Zuloaga y Falla se encuentran en París, Madrid y Granada, entre otras ciudades, a lo largo de dos décadas. Su relación les anima a trabajar juntos en un gran proyecto en el que música y escena cuentan con la dirección de los dos. Un propósito que tardará quince años en formalizarse, cuando en 1928 representen El retablo de maese Pedro, en la Ópera Cómica de París.