La libertad de expresión necesita que la defendamos

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Decía Rosa Luxembugo que «la libertad, sólo para los miembros de gobierno no es libertad. La libertad es siempre la libertad de los disidentes. La esencia de la libertad política depende no de los fanáticos de la justicia, sino de los efectos vigorizantes y benéficos de los disidentes. Si ‘libertad’ se convierte en ‘privilegio’, la esencia de la libertad política se habrá roto.»

Por desgracia, en España sufrimos un proceso de involución de las libertades: libros secuestrados, obras de arte retiradas de exposiciones, cantantes, titireteros o simples tuiteras que dan con sus huesos en la cárcel por versos o simples chistes… en una espiral que lejos de amainar, arrecia día a día.

La libertad de expresión está en la misma raíz de la democracia. Y que en España se la maltrate y sufra retrocesos día tras día no debería dejarnos indiferentes, porque sin libertad, ¿de qué sirve cualquier otro derecho que se pueda tener? es una pregunta inquietante que no desearíamos que tener que hacernos.

No queremos tener que autocensurarnos por miedo, no queremos tener que pensar si lo que decimos en una red social, o lo que cantamos en una canción, lo que escribimos en un libro o colgamos en una galería de arte va a pasar un oscuro corte ideológico, muy poco claro a priori. Por todo esto mi grupo político, Ganemos Sanse, presentamos una moción en el pasado pleno municipal de San Sebastián de los Reyes que felizmente fue aprobada, aunque PP y Ciudadanos no se sumaran al consenso.

Y no, defender la libertad de expresión no es estar de acuerdo con todo lo que se diga, esa es la grandeza de la democracia. Decía Evelyn Beatrice Hall «estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo». Esta frase se cita mucho, pero se le hace poco caso.

Por supuesto que muchas cosas que se dicen no me gustan, me repugnan, o incluso me ofenden. Casi cada día estoy en este caso. Incluso en el pleno municipal de San Sebastián de los Reyes, donde estamos representadas tendencias muy diversas se escuchan, por poner un ejemplo, opiniones extremadamente ofensivas y faltas de respeto con las víctimas del franquismo, pero nunca se me ocurriría que por esos casos nadie tuviera que acabar en la cárcel.

Si ilegalizáramos todo lo que es molesto para algún colectivo o persona deberíamos todas y todos cosernos la boca. Me atrevo a afirmar con rotundidad que casi cada cosa que una persona piensa o dice puede ser, potencialmente, ofensiva o molesta para otra. Ese no es el camino.

Tomemos conciencia de que, como escribió el novelista George Orwell «Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír.»

Javier Heras. Portavoz Municipal de Ganemos Sanse. @JaviHerasv